DAVID SÁNCHEZ JULIAO CONVERSA CON SUS AMIGOS, UNA DIARIA CELEBRACIÓN DE LA EXISTENCIA

Por Naudín Gracián

“Aquello que los demás llaman nuestros defectos es precisamente lo que nos hace diferentes a ellos. Cultivemos pues, con el mayor esmero, esos benditos defectos”.
–Mario Quintana, poeta brasilero–

El trabajo fonográfico David Sánchez Juliao conversa con sus amigos de Montería, es pieza clave de una propuesta que durante muchos años han venido cultivando, difundiendo y puliendo, numerosos intelectuales de nuestro medio, al unísono y cada uno por su lado, pertenecientes a generaciones distintas y algunos tan alejados de los otros que ni siquiera han sido contertulios. La propuesta consiste en algo así como Sinuanizar (de Sinú) el mundo, término que en un principio parecía ser una tomadura de pelo de sus proponentes, pero que hoy tiene como resultado numerosas conferencias dadas en los más equidistante sitios del planeta, tesis, libros y hasta una cátedra universitaria. Su columna vertebral es la valoración de lo que nos hace distintos, eso por lo que otras culturas nos desprecian, que es por lo que somos verdaderamente auténticos. Algunos de sus pilares son Manuel Zapata Olivella, Guillermo Valencia Salgado (Q.E.P.D.), José Luis Garcés González, José Manuel Vergara, David Sánchez Juliao (Q.E.P.D.), Benjamín Puche Villadiego, y otros.

David Sánchez Juliao conversa con sus amigos de Montería es, como su nombre lo indica, una conversación informal, en la medida en que la intención del autor lo permite, de unos amigos caribeños, a las 5:30 de la tarde, en la terraza de la casa de uno de ellos. Como en la misma grabación se afirma, estas conversaciones, aparentemente inocentes, se constituyen en el resumen apretado de todo el devenir histórico de los pueblos caribeños, en su esencia como cultura exactamente diferenciada y universalmente válida. Porque en ellas está y se forma la sociedad, hasta el punto que, sin quererlo, cumplen algo que se les dice en forma irónica justo a las personas que llevan a cabo una de estas conversaciones: “Están arreglando el mundo”. Porque en estas tertulias se fraguan las propuestas políticas, nacen los negocios, surgen las ideas literarias, se ocurren los proyectos, se encuentran las soluciones, se determina el comportamiento social. Porque la persona camina o se viste de equis o ye manera por temor a estas tertulias; hacen o dejan de hacer esto o aquello para ser o no el tema de estas conversaciones.

Este trabajo de Sánchez Juliao, junto con el libro de Nicolás Buenaventura titulado El arte de hablar mierda, es un paso fundamental hacia la valoración merecida de las cosas cotidianas, esas que aunque hacen parte de nuestro diario vivir, están cargadas de poesía, de filosofía, de significación humana. David Sánchez Juliao conversa con sus amigos de Montería presenta los dos ingredientes fundamentales que se requieren en esta clase de trabajos: el intelectual analítico, conocedor de la realidad y al mimo tiempo dueño del bagaje cultural necesario para poder apreciar y dirigir la “inocente” conversación hacia la propuesta social que contiene (David Sánchez); y los representantes auténticos de esa manifestación cultural (sus contertulios). Estos últimos son tan auténticos que hay momentos en que casi no se les entiende, porque su uso del código es realmente caribe, con frases cortadas, completadas con ademanes que contextualizan las palabras y que en un trabajo fonográfico es imposible apreciar. En un aparte uno de ellos dice: “Si tú ves que es bueno y amerita, yo…”, y falta el gesto o el ademán que indica “lo haré también”.

Este trabajo fonográfico es fresco, sugerente, proponente; un material digno de ser estudiando y deleitado: un aporte fundamental de su autor. Como con toda buena obra de arte, hay que volver una y otra vez sobre él para poder dimensionar y aprovechar su valor, porque esta manifestación cultural que aparentemente equivale a no hacer nada, en realidad es, como lo dice Juliao, “una práctica de disfrute y de diaria celebración de la existencia”.

"Pequeñas bestias" tiene la virtud de los buenos escritos

Dr. William Fadul
Por WILLIAM FADUL VERGARA
Escritor y empresario colombiano, condecorado por el gobierno nacional por su trayectoria gremial, expresidente de la Federación de Aseguradores Colombianos FACECOLDA, exministro de Comunicación y exviceministro de Minas.

Pequeñas bestias es una muestra de cómo se puede combinar un estilo directo, concreto y franco con un idioma agradable, a ratos poético, y riguroso en todo aquello que se refiere a la forma. Para los que escribimos, encontramos en esta obra una fuente de conocimientos en cuanto a la economía del idioma para expresar lo que se quiere decir y para no abundar en términos sobrantes.
Pequeñas bestias tiene la virtud de los buenos escritos y de las buenas novelas porque narra los hechos enlazándolos nítidamente en párrafos que se enganchan el uno con el otro. No hay cortes abruptos que pongan al lector en el plan de recomenzar temas paralelos para hilvanarlos al final en un gran contexto. Eso lo hace, ¡y qué bien!, el narrador: amarra al lector desde un comienzo y sólo suelta su presa en el último párrafo.
El tema resulta original, creativo, exacto, abundante en los detalles y cabal en sus descripciones. Con la virtud de no ser ni realismo mágico ni tampoco una muestra de la brutalidad colombiana. Me refiero, claro está, a la  violencia que ha creado una escuela de literatura del Conflicto y de sus víctimas. De eso, para frescura de los lectores, no se trata en este libro.

DEL PAÍS QUE SOMOS

Por Naudín Gracián

Por internet está circulando el siguiente mensaje con el consejo de enviarlo a todas las personas que uno quiere. Leámoslo con atención para percibir el retrato de sociedad que en él se perfila:

Con motivo del auge que ha tomado la inseguridad en el país, y ya que no podemos confiar en las autoridades, tenemos que tomar medidas para que nosotros y nuestros familiares no salgan lastimados, violados, mutilados, extorsionados, muertos o cualquier cosa inimaginable de las que están sucediendo.

RECOMENDACIONES:

Sé tolerante: Si, manejando, alguien viene pitándote o te quiere rebasar, hazte a un lado, no sabes quién es, ni por qué es su prisa. No vayas a pelear ni a reclamar si alguien viene apurando o te cerró el paso; respira profundamente, cuenta hasta 10 y VALORA TU VIDA.

Sé cuidadoso: Frecuentar centros comerciales, bares, discotecas, etc. ya no es seguro. El narcotráfico se ha apoderado de estos lugares, y en cualquier momento pueden llegar al lugar donde estés y cerrarlo. Habla con tus amigos y empiecen a reunirse en las casas para divertirse y conversar un rato.

Sé humilde: A veces nos gusta presumir de lo que tenemos. Estos tiempos nos piden actuar con "bajo perfil". Si tienes dinero, qué bueno por ti, pero que no lo sepan a los 4 vientos, ni  derroches en restaurantes, ni te dejes ver lleno de bolsas de negocios caros, en centros comerciales, etc. Los delincuentes son muy avisados y andan buscando gente con dinero para secuestrarlos o robarles.

Sé prudente: Ser valiente tiene sus consecuencias. Si ves que le están haciendo daño a alguien o sabes dónde tienen lo tienen secuestrado.... Avisa... PERO... no hables cerca del lugar, ni desde tu celular, ni desde un teléfono fijo. Utiliza un teléfono público y habla de anónimo.

Sé ágil: Si estás en tu automóvil en medio de una balacera, échate al piso del vehículo y cubre tu cabeza con tus manos; si tienes niños dentro del automóvil, agárralos bien fuerte y échate al piso con ellos. Si vas caminando, no salgas corriendo ya que te pueden confundir, mejor tírate al piso y cubre tu cabeza con las manos.

Sé reservado: Cierra la boca en lugares públicos y no hables de que 'la delincuencia te tiene hasta la coronilla'... ni que 'sabes donde están los mafiosos'... ni que 'quieres hacer algo por parar la delincuencia'. Ya no sabes a quién tienes al lado de ti en el restaurante, en la misa, en el parque... resérvate tus comentarios.

Sé prevenido: Si tienes hijos menores a los que les encanta salir, es tiempo de hablar muy seriamente con ellos y, si es necesario, quítales las llaves de los carros y prohíbeles las salidas después de las 9 de la noche.... a los ladrones y a la mafia les encanta operar en la noche. Darán gritos, saltos, te maldecirán, pero es preferible aguantar eso, que dos o tres días en la morgue, esperando sus cadáveres... todo es por la vida de tu familia.

Sé desconfiado: No sabemos a quién tenemos de vecinos, ni quiénes sacan conversación en el supermercado o quiénes son nuestros clientes, etc. Mejor no socializar con personas que no conoces, no sabemos cuáles son sus intenciones.

Sé discreto: Publicar tus fotos o las de tu familia en Facebook, Hi5, Myspaces... es divertido, pero no publiques fotos de viajes, de los carros de la familia, de tu casa, o de tus actividades ordinarias. Los dueños de lo ajeno son expertos en informática y ahí se van dando cuenta cómo te va a ti... o a tu familia, y cuidado con lo que están publicando tus hijos, ¡haz que te lo muestren!

A puertas cerradas: Que en tu casa no abran la puerta a menos que la persona esté completamente identificada. No compres nada que te lleguen a ofrecer a la puerta, no abras para entregar donaciones solicitadas por desconocidos; abandona la costumbre de vender el material reciclable a quien llega a comprarlo a la puerta, instruye a tu familia para que no abra para recibir paquetes o entregas inesperadas (si es legitimo, puedes reclamar el paquete de cualquier forma).

Entrega lo que te pidan: Si desafortunadamente eres víctima de un asalto mantén la calma, no hagas ningún movimiento que los ponga nerviosos, no les veas la cara, entrega lo que te pidan y trata de alejarte calmadamente. Oponer resistencia te puede costar la vida.

Menos es más: Lleva siempre poco dinero en efectivo, utiliza para diario una tarjeta con un límite de crédito bajo y guarda las gold/platinum card bajo llave para cuando las necesites. Abre varias cuentas de banco para los gastos corrientes y divide los depósitos y gastos, para que nunca des la impresión de disponer de recursos inmediatos.

Atentamente,
Madres, Padres, Vecinos, amigos e hijos preocupados por la situación en que vivimos en Colombia”.

Hasta ahí el mensaje. Y uno queda contento de que le envíen esta serie de cosas porque, de esa manera, uno y las personas que quiere reciben unas importantísimas instrucciones que muy seguramente salvarán su felicidad y su misma vida. Lo grave de este asunto es que de ello se desprende el siguiente raciocinio: Colombia es un país cercado y constituido por criminales, en el cual las pocas personas de bien están en un serio peligro de extinción. Si eres un sujeto de bien, vive consciente de que cualquiera y casi todos están pendientes de encontrar el momento de hacerte daño; por lo tanto no te muestres, sal lo menos posible de tu fortificación personal, no mires, no te expreses, no sueñes ni luches por mejorar, no compartas, no disfrutes: no vivas dignamente. Y se concluye que, aunque digamos a boca llena que consideramos que no vivimos en un país tan deplorable, y nos apresuremos a insultar al extranjero que lo insinúe siquiera, en el fondo ésa es la imagen que tenemos del país, pues agradecemos instintivamente esta clase de mensajes y corremos a distribuirlo entre nuestros allegados. Y nos alegramos porque nuestros barrios tienen vigilantes nocturnos a los que les pagamos, no sabemos muy bien si es para que nos cuiden, nos vigilen o para que ellos mismos no nos roben (son los paramilitares de los pobres); porque la policía nos filma y requisa repetidas veces en un viaje por las carreteras, porque se adelanta toda suerte de campañas para que no nos estafen por internet, para que no nos echen escopolamina, para que no se roben nuestros hijos; y felicitamos a las autoridades porque a veces señalan a un corrupto (que, por supuesto, no es ni la punta del iceberg de la corrupción que todos conocemos, y a sabiendas de que recibirá un castigo irrisorio frente el daño social que ha causado), porque detienen a un delincuente, porque nos posibilitan movilizarnos con una temerosa libertad, porque mejoran de una mínima manera algún servicio para la comunidad; o sea que felicitamos y damos rimbombantes gracias a los funcionarios que cumplen mínimamente su deber, a los cuales les pagamos con nuestros impuestos para que precisamente hagan eso, y de mejor manera. Porque estamos tan acostumbrados a la incorrección que el funcionario que cumple una parte mínima de su función, es merecedor y exige reconocimientos y honores por ello, ya que se distingue del resto. En nuestra sociedad son comunes frases como “no hay político que no sea ladrón”, “el policía y el ladrón están hechos del mismo palo”, “fulano roba pero hace o da trabajo”, “lo malo de la rosca es no estar en ella…” Y vivimos criticando, pero trabajamos y votamos para que los mismos corruptos de siempre nos gobiernen, o sea para que esta situación de paranoia con toda la razón, se perpetúe y agudice, pues son esos dirigentes los que han trabajado muy aplicados para producir la sociedad que somos.

En fin, detalles aparentemente anodinos como un mensaje como éste, demuestra que vivimos en una sociedad resquebrajada en sus bases, que requiere urgentemente y desde hace mucho tiempo un cambio de visión, de concepción de los valores, y de paradigmas para dirigirla. ¿Seremos capaces de revelarnos ante lo que estos “dirigentes” han hecho de nosotros como sociedad? ¿Cuándo?

Programación del XIX FESTIVAL DE LITERATURA DE CÓRDOBA - Montería - Colombia

Extiendo una invitación muy entusiasta a asisitr a este evento de tradición y peso en la cultura y las letras del departamento de Córdoba y del país. Si asisitimos a estas iniciativas realmente estamos demostrado un interés por el futuro de nuestra cultura y departamento.

XIX FESTIVAL DE LITERATURA DE CÓRDOBA
 
MONTERÍA, SEPTIEMBRE 1, 2 Y 3 DE 2011
ORGANIZA: EL TÚNEL   
eltunelmonteria@yahoo.com
 
Por la divulgación y el desarrollo de nuestra cultura
sinuana y caribeña
 
PROGRAMACIÓN
 
Septiembre 1, jueves: 10:00 a.m: Institución Educativa Santa Rosa de Lima
1.       El Pachanga, de David Sánchez Juliao, en la voz de David Pérez Daw.
2.     Poemas de memoria: Eduardo Mendoza, Juan Santana, Lina Cervantes y Carmen Amelia Pinto. 
 
Septiembre 1, jueves: 3:00 p.m.: Auditorio Banco de la República (calle 29 # 2 - 32, piso 2):
1.       Inauguración del Festival de Literatura.
2.     Presentación del periódico El Túnel No. 23.
3.     Palabras de la reina del Festival de Literatura, Lina Cervantes.
4.    Lectura de poemas: José Manuel Vergara, Javier Marrugo, Jaime Arturo Martínez, Félix Manzur y Ricardo Vergara.
5.     Conferencia: José Barros, un músico costeño universal, a cargo de Juan Santana Vega.
6.    Por qué escribo, reflexión de José Arturo Ealo.
7.     Teatralizacion: Foforito, de David Sánchez Juliao, por Jairo Arciniegas.
8.     Ensayo de Naudín Gracián: Del Joe, Jesús, Sócrates y otras divinidades, una mirada impía a la inmortalidad.
9.    Música: Samir Rojas y su saxo.
 
Septiembre 2, viernes: 8:30 a.m.: Auditorio Banco de la República:
1.       Música: Luis Fernando Coronado y su violín.
2.     Haití en el corazón de Changó, de Manuel Zapata Olivella: por Eduardo Mendoza Portacio.
3.     Conferencia: Jorge Artel, riberas del asombro jubiloso, por Álvaro Suescún.
4.    Poemas de Nora Carbonell.
5.     Monólogo: Las felicidades de mamá, texto de José Luis Garcés González, por Gicela Benítez.
6.    Conferencia: ¿Por qué no se escribió novela durante la Colonia?, a cargo de Alberto Hernández Vásquez.
 
 
Septiembre 2, viernes: 3:00 p.m: Auditorio Banco de la República:
1.       Conferencia: Rafael Carrillo, pionero de la filosofía moderna en Colombia: Numas Gil Olivera
2.     Conferencia: Miguel Rosendo Garcés Cabrales y su impacto en la estructura social de Córdoba: Miriam Castillo.
3.     Conversatorio: La literatura y la ceguera: participan: Guillermo Tedio, Adolfo Ariza, Raymundo Gomezzcásseres y Clinton Ramírez. 
4.    Música: Samir Rojas y su saxo.
5.     José Félix Fuenmayor, entre la tradición y la vanguardia: Albio Martínez Simanca. Ignacio Verbel hace la presentación del libro.
 
Septiembre 3, sábado. 8:30 a.m, Auditorio Cámara de Comercio,
(edificio nuevo, 5º piso):
1.       Teatralización de El Pachanga, de David Sánchez Juliao, a cargo de David Pérez.
2.     Presentación del disco: Escritores del Sinú en su propia voz.
3.     Conferencia: Cómo se escribe una crónica: Alberto Salcedo Ramos.
4.    Cómo enseñé literatura durante cuarenta años: Jaime Arturo Martínez.
5.     Lectura de cuentos: Nora Carbonell.
6.    Música: Joaquín Rodríguez.
7.     Presentación del cuentario Noé cruza el invierno y lectura de poemas por  Gustavo Tatis Guerra.
8.     Luis Fernando Coronado y su violín.
9.    Fallo del concurso nacional de cuento.
 
Observación: el (la) participante que no esté cuando sea llamado(a), perderá la posibilidad de intervenir. Si por fuerza mayor se produce alguna alteración del programa, los responsables del evento tomarán las decisiones pertinentes.

TÓMENSE ESTE VENENO

Por Naudín Gracián


Cuando uno tiene el honor de presentar una novela de un escritor tan prestigioso como David Sánchez Juliao, se contenta y empieza a tirar cabeza sobre qué decir para impresionar no sólo al público, sino al escritor presente. Entonces uno se dice: no puedo hablar de los logros que lo han llevado a su posición actual, pues son tan conocidos para el público que por eso precisamente han venido al acto; si hablo sobre su calidad como persona, entonces terminaré más vanagloriándome de ser su amigo o hablando más de las experiencias en las que sobresalgo yo, que del escritor por el cual han venido los asistentes. Tal vez sea bueno hablar de sus dotes como narrador. Pero, imagínense, cuánto espacio y tiempo se necesitaría para explicar suficientemente el reconocido respeto y cultivo del idioma que esgrime David en sus narraciones, el maduro dominio de los personajes, acciones y caracteres que le permiten numerosas disgresiones, tan bien tejidas con la columna vertebral del relato, que uno ni se da cuenta de que son las disgresiones las que le dan sabor y pimienta a su estilo; el humor fino, fino de verdad, que sazona su obra, tan agudo e irónico que si el lector tuviera desarrollado el sentido de la vergüenza y del dolor de la realidad, no se reiría sino que sentiría compasión de sí mismo, de sus propias ridiculeces e ignorancias (no es cosa nada fácil lograr que el receptor se divierta mientras lo están insultando); su dominio, casi sin parangón en Colombia, de la “cosa” narrativa, o sea esa habilidad de “echar el cuento”, como decimos en la costa. Definitivamente no hay tiempo ni es el espacio apropiado para ahondar en esas cosas.
Entonces uno piensa: me voy a limitar a la obra que se presenta. Dedicaré unos minutos a demostrar que en Dulce Veneno Moreno no se mueven personajes sino personas como nosotros, que andamos por ahí buscando el amor de nuestra vida en lo que parece distinto a lo cotidiano, explotando características propias que muchas veces detestamos, tratando de sacar la cara de entre el montón amorfo, despreciando lo que realmente somos y por eso muchas veces terminamos anulándonos a nosotros mismos, cuando lo que buscamos es sobresalir dizque siendo distintos; luego hablaré del análisis mordaz (y muerde duro, señores) que hace de lo ignorantes que somos de nuestras riquezas humanas; demostraré que esta novela es en realidad una excusa literaria de David para que le leamos un ensayo sociológico sobre el “estar orgullosos de lo que somos”; también de los excelentes recursos narrativos que utiliza David en esta novela, con frases intrigantes, recapitulaciones, análisis de cómo va la historia, paliativos para que el lector se saboree por lo que va leyendo, diálogos, narraciones, descripciones y reflexiones intercaladas para cambiarle el ritmo a la lectura y para que el lector no se amodorre; diré que el tono conversacional de la narración la hace fluida, sabrosa y le da confiabilidad al lector de que lo que lee no es invención sino la puritica realidad; tal vez diré apuntes sobre la reivindicación que hace David en este libro del valor de lo romántico, de la galantería y del buen gusto, tanto en el amor como de la amistad, los viajes y la buena mesa; si tengo tiempo, mencionaré la excelente edición con carátula atractiva y letras grandes sobre papel oxidado para que no hiera la vista...
Imagínense, si solamente mencionando sobre lo que pienso hablar llevo todo este espacio, quién se aguantaría semejante perorata. Por eso, para no cansarlos, mejor no les digo nada sino esta sola frasecita: “Tómense este venenito a ver qué tal les parece”.

Dulce veneno moreno de David Sánchez Juliao

Por Naudín Gracián

David Sánchez Juliao es un escritor de novelas de tesis, o de ideas, al decir de Aldous Huxley. Incluso en sus textos en casetes (ahora en CDs) y que la gente ha consumido masivamente bajo la superficial factura de trabajos de simple humor, David siempre ha sido un sociólogo de la literatura. En consecuencia, sus obras literarias no son un simple discurrir de hechos que dan vida a unos personajes, sino la excusa entretenida para dar a conocer sus análisis de la sociedad y del ser humano, de su tierra o del mundo. De esa manera, David Sánchez Juliao cumple con una labor educadora fundamental a través de su obra narrativa, y está bien que así sea en estos tiempos en que la literatura ha perdido terreno como medio de entretenimiento, espacio que antes de la televisión era de su dominio. Ahora la gente busca y necesita lecturas que, además de entretenidas, les “sirva” para algo. De allí la gran popularidad de la llamada literatura de superación, cosa que ha aprovechado el comercio para popularizar a autores y obras totalmente superficiales con ínfulas de profundidad.
En su novela Dulce veneno moreno (2005), publicada por Seix Barral, David Sánchez Juliao hace un análisis duro, y extrañamente esperanzador a pesar de lo descarnado, del ser humano. Y es que eso caracteriza las últimas obras de David: las sostiene un hálito de esperanza, de deleite de la vida, de que vale la pena vivir a pesar del fango que sepulta la flor. Porque sus análisis son duros y pareciera decir que al final no hay nada bueno qué esperar del ser humano, pero también hace un culto del placer, sublimiza los pocos instantes de felicidad que tienen sus personajes hasta el punto de que el lector queda compensado y piensa que incluso el dolor vale la pena vivirlo.
Como decía, en Dulce veneno moreno David, con su eterna capacidad de asombro, nos lleva de la mano en un tour por las culturas, costumbres, aberraciones y valores de la gente en todos los continentes. No se limita a nombrar sitios con el fin de darle un tinte de universalidad a su obra, como acostumbran muchos literatos actuales, sino que lo hace para analizar y contrastar, para ser explícito e ilustrativo en sus puntos de vista sobre lo que somos frente al mundo. Esta novela recuerda por momentos la obra de Fernando González que, en su Viaje a pie, aprovecha un árbol, una muchacha que pasa, una fuente, para hacer sus reflexiones sobre la vida y quienes la vivimos. Lo que más impresiona de este aspecto en esta novela, es la radiografía sarcástica que hace de la ignorancia del pueblo raso que no sabe lo que tiene ni para qué sirve. Porque, con la autoridad que le han dado sus viajes y largas estadías en variadísimos lugares del mundo, David tiene la capacidad de analizar desde una mirada europea nuestra idiosincrasia y posibilidades. Gracias a eso puede poner en boca del francés Yancló algunos conceptos que casi siempre nos negamos a aceptar a pesar de lo evidentes: “Había crecido en una tierra en la que se era más importante en la medida en que menos de esa tierra se pareciera. (...) Hay un sustrato de muy bajos niveles de autoestima en todo aquello, porque se termina pensando que si uno nada vale, todo lo que a uno se parece o a uno refleja, vale menos. (...) Jamás logran entender que a un extranjero le atraiga lo que ellos desprecian. (...) Terminan desorientados cuando se percatan de que, queriendo ellos ser europeos u occidentales, nosotros prefiramos ser lo que ellos menosprecian”. 173
En cuanto al estilo literario en sí, Dulce veneno moreno es una fiesta del arte de contar, como es conocido y reconocido en la obra de David Sánchez. Entre algunos recursos narrativos acertados de esta obra encontramos su tono anecdotario que ayuda a la credibilidad, pues pareciera decir a cada rato que el escritor no tiene la culpa de si aquello es creíble o no, porque no está inventado nada, sino que esto sucedió así en tal parte y en este tiempo, de lo cual él no tiene la culpa.
David Sánchez Juliao
Otro recurso importante es su interés constante en cautivar al lector a través de llamados reiterativos al deleite de la lectura del texto que va narrando: al comienzo de los capítulos hace cuestionamientos (como al final de los episodios de las viejas radionovelas); hace comentarios que indican que la anécdota está muy interesante y que hay razones para permanecer pendientes de lo que continúa; analiza y resume lo narrado hasta el momento, como para apuntalar la memoria del lector con el fin de que no se le distraiga ni se confunda; incluso analiza como un crítico literario los personajes, el lenguaje, el estilo de la obra que el lector va discurriendo: “Viajaba embelesado por el exceso de detalles en la relación de los sucesos. Pocas veces en mis innumerables horas de vuelo alrededor del mundo, había disfrutado tan a fondo de un viaje y de una tan barroca descripción de hechos y sentires. Pensé, no sé por qué, en El Siglo de las Luces de Carpentier...”.
Sigamos: el mismo David, como personaje receptor de la historia que sigue el lector, la saborea como hacen los viejos para que los niños se antojen incluso de algo que para algunos pudiera ser desagradable pero que les hace bien: “No sabíamos qué hacer. (...) No podíamos ocultar que estábamos encantados...”. Otro recurso narrativo interesante es la intercalación que hace de narraciones, descripciones, ambientaciones, anécdotas, recuerdos y análisis, algunos de los cuales son verdaderos ensayos puntualmente incertados en la novela, como el que hace del posmodernismo o el siguiente de la página 181: “...¿no han observado ustedes acaso, que llevamos dos mil años civilizando al mundo pero al mismo tiempo matándonos entre nosotros? (...) En ocasiones me pregunto si, al someterlo, no fuimos acaso nosotros quienes enseñamos al resto del mundo a ser violento. También me pregunto si el eurocentrismo, eso de imaginar nuestra cultura como la única válida y legítima, no fue cuanto prohijó, además de tantos otros, los dos más execrables crímenes de la humanidad: la esclavitud y el holocausto”.
Hay que agregar la fiesta de la palabra que es esta novela: “Aspiró y espiró el espeso aire”, “En una carantoña de ojos alzados y labios recios”. Todo esto es sólo posible para un narrador totalmente maduro, de sangre fría y dominador del arte de narrar sin temores ni prisas ni limitaciones de tono, que recuerda al Don Casmurro de Machado de Asís, el más injustamente olvidado escritor brasilero.
Por otro lado, esta es una novela para mujeres orgullosas de su feminidad, pues en ella se revalúa la importancia de la galantería masculina, se les eleva al rango de razón de ser de la vida de hombres perdidos en la improductividad de su intelectualismo inocuo o en su machismo envuelto en la soledad más atroz del que lo tiene todo menos la mujer que busca. Pero también es una novela para hombres-hombres: cultos, conquistadores, buscadores del revés de las cosas, viajeros, amantes de la buena mesa, de la libertad; esta novela presenta como parte del machismo del varón culto, el saber rendirse a los pies de la mujer que complementa su vida, e incluso reafirma el valor de llegar a ser cursi para poder disfrutar del amor.
Pero antes que nada, Dulce veneno moreno es un homenaje de David Sánchez Juliao a todo lo que él considera que hace que vivir valga la pena: a la belleza femenina, a la camaradería de su compañera, a la amistad, a la conversación, a la música, a la vacanería, a la costeñidad; pues incluso aparecen descripciones de pueblos, costumbres y elementos autóctonos, innecesarias para los escuchas de su narrador (pues ellos son nativos de la región descrita), porque evidentemente la intención explícita del autor es dar a conocer al mundo su tierra con todas sus glorias y tristezas, o sea en su humanidad plena.
Son 190 páginas de emociones tan apretadas que, como sucede con los espectáculos buenos de verdad (y esta novela sabe serlo), uno queda como con hambre y piensa que pudo ponerle aunque fueran unas cinco paginitas más.

Yo recomiendo, Pequeñas bestias

Jorge del Río
Jorge del Rio
Unión de Escritores de Sucre

La verdad es que no somos sino bestias. Con esta sentencia cruza Naudín Gracián Petro el hilo de nuestro asombro, el cual se corta justo en la página número 129 de su novela pavorosa, Pequeñas Bestias. Ya una gruta oscura donde no llega el aliento de la vida, ya el alma descarnada de unos personajes frente a la muerte, ya el instinto y su materia asesina, ya la noche del ser y su rostro más crudo, develan en esencia la sicología de una especie feroz sumida entre el Eros y el Tánatos.

Pequeñas bestias permite al lector hacer parte de una reflexión desesperada acerca del sentido de la vida, la ética y la moral, el tiempo y los sueños, volviendo sobre los temas perennes que siempre han aguijoneado al hombre y tal vez su esperanza.

El hecho telúrico de la gruta que atrapa a los personajes permite el juego primitivo de la bestia. En las entrañas de la tierra, el entramado social postmoderno da paso a las garras y al instinto que hacen de la novela un suceso trágico pero verosímil. Naudín, se acerca así a una narración rica en descripciones, sicológica por necesidad y subversiva en el diseño de un narrador omnipresente que hace posible una meta-novela con posibilidades infinitas y coincidencias enramadas a la tensión circulante.

No se puede pasar por estas líneas sin entrometerse en el sufrimiento de unos seres a quienes la esperanza ha abandonado, no se pueden leer estas 129 páginas sin tomar partido por una u otra sombra, no se podrá salir de esta novela con vida, a menos que se asesine a cada uno de los personajes y se robe su oxigeno, su agua y sudor, sus vidas, para salirte con la tuya.

Yo recomiendo, Pequeñas bestias, de Naudín Gracián Petro, Editorial El Túnel.

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