UNA COSECHA LITERARIA MULTICOLOR

Tengo la impresión de que la verdad, aunque nunca ha sido estable, en tiempos pasados tendía a ser de alcances más amplios, tanto en el tiempo como en la cantidad de personas sobre las que reinaba. Uno ve que frases o enunciados lapidarios como “el tiempo es oro, y quien lo pierde es un bobo”, fueron aceptadas sin resquicios de duda por un amplísimo sector de la sociedad humana durante un respetable intervalo de tiempo. Incluso otras más discutibles como la virginidad de María, antes y después del parto, o la venerabilidad de la sabiduría de los ancianos, gozaron de esta potestad. Pero en nuestros días no hay verdades que sean aceptadas siquiera por todos los miembros de una familia o de un equipo de trabajo, ni que no sean cuestionadas en el mismo momento en que son proferidas. Y aunque esa fragilidad humana me duele, en el fondo me alegra que sea así, pues es lo que nos vuelve tan diversos (lo único rescatable del ser humano es que es digno de ser superado, dice el filósofo de la tierra).

Por todo ello, amigo poeta Juan Mares, cada día soy más temeroso de decir esto es blanco o no lo es, pues más de una vez luego me he burlado de mí mismo al constatar la estupidez de mis aseveraciones.

Así pues, no me atrevo a darte un concepto sobre el libro Policromías literarias que me regalaste (ni siquiera bajo el parasol del “para mí”, pues es normal que el mismo “mí” que soy, después diga que la cosa es todo lo contrario), sino que me limito a dejar constancia de que lo leí.

Encuentro en este libro bastante jungla, campo (árboles, pájaros y cosechas) penetrando el pavimento de la ciudad. ¿Podrían ustedes escribir de otra manera, se les perdonaría eso siendo ustedes de una población como lo es Apartadó, una pequeña urbe rodeada, casi atacada por el verdor?

Me quedan indicios, sombras, felices las más, al terminar de leer este libro que es la tarjeta de presentación del colectivo Urabá Escribe. Amores silvestres, de los de antes; furias femeninas apocalípticas (como son las furias propias  de las mujeres), políticos que sobreviven al naufragio en la balsa inestable del matrimonio, un paraíso permeado por el dolor (no puede serlo de otra manera, no existe), una leyenda indígena signada por la tragedia de esta raza; cuentos antiguos de tesoros hallados; una serpiente asesina que recuerda a Quiroga; alguien se hincha de canto como las cigarras, y otro predica que somos una réplica en miniatura del universo. Que no se me olvide pedirte, Juan, que me saludes a Nanny por saber que las mujeres callan porque el miedo lleva su nombre.

Gracias, Juan, por hacerme saber de ustedes, de sus pequeñas verdades, de que ustedes tal vez existen según parece enunciarlo este libro de cosechas que titularon Policromías Literarias.

Naudín Gracián.

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