No haga usted el bien por temor al castigo.
No haga el bien como último recurso para salvar su alma.
No practique el bien calculando la recompensa.
La caridad no duda,
no desconfía,
no contabiliza
ni espera.
Haga usted el bien naturalmente,
como si Dios no existiese,
como si Él no esperara eso de usted.
Como los ateos, como los ateos.
Geraldino Brazil