Carta de David Sánchez Juliao sobre mi nuevo libro: Los motivos de un hombre detestable



Por allá por el año 2002 David Sánchez Juliao leyó varios textos inéditos míos. Entre ellos, esta novela que por diversas razones me negué a publicar hasta ahora. Una de las cartas que me escribió en los pocos años en que fuimos muy amigos fue ésta que incluyo en el libro próximo a salir.

  

  

Estimado Naudín.


Ha llegado a mis manos la extensa, estupenda y profunda carta escrita por ti a nuestro común amigo, el escritor José Luís Garcés. La he devorado de un tirón. Por varias razones, compañero. La primera, porque no deja de intrigar una carta tan extensa y tan cargada, desde el principio, de detalles. La segunda, porque lo narrado atrapa. Tercero y siguiente, porque los personajes que vas perfilando tienen la propiedad de mostrar subyugantes claroscuros desde el momento en que entran a escena: no se entregan del todo, no se abren de forma rápida como las flores del Trópico, sino en forma lenta y misteriosa, como lo hacen las catleyas o, como sucede con cierta variedad de loto oriental: se muestran a ratos para volverse a cerrar y abrirse horas después en diferentes tonos y matices.

Foto que aparece en la contracarátula de la novela
 Las razones de Teresa, libro para el cual escribió
 un texto de presentación.
Aunque intrigado por su extensión, el lector arranca convencido de que se trata, en efecto, de una carta en donde el autor intenta explicar a un amigo los procederes de un común conocido y los procederes, muy desconcertantes estos, de la mujer que lo convierte en un pelele. Pero pronto, en tanto la lectura avanza, ese lector al principio desprevenido, cae en la cuenta de que lo han timado de buena manera, que ha sido víctima de una trampa piadosa. Qué interesante resulta el hecho de que, ya avanzado en la lectura del texto, el desprevenido lector se percata de que está leyendo una novela. Maravilloso me parece el recurso.

Sin embargo, y más allá de la trama misma o de la impactante anécdota, la que se podría resumir en pocos párrafos, cosa que sucede con toda buena novela, lo que está por definir, por plantear y por ejecutar, es qué hacer para que, ya impreso el texto, ese efecto se consiga. Se me ocurre, a la ligera, que habría que acudir al recurso de la mencionada mentira piadosa, pero presentando el libro como algo que tenga que ver con el socorrido género epistolar. Si ello se lograra, dada la calidad de la descripción de espacios, de los estupendos y estremecedores diálogos, y dada la presencia de muchos otros recursos inteligentes, algunas veces con apariencia de grotescos... si ello se lograra, repito, estaríamos ante la presencia de algo genial.

Felicitaciones, Naudín. Con un abrazo grande, DAVID SÁNCHEZ JULIAO.

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