Por Naudín Gracián
Leí Cuentos felinos, un libro cuyo título
aboca a un equívoco pues no se trata de una de esas antologías tan en boga
ahora como consecuencia del mercantilismo, en las cuales no es la calidad de
los textos el parámetro que los agrupa sino la temática: poemas al vino,
cuentos de la ciudad equis, la literatura y el fútbol, etcétera. Decía entonces
que Cuentos felinos no es un libro de cuentos sobre esa clase de depredadores,
sino de unos cuantos amigos que se saludan llamándose recíprocamente “Ajá,
Tigre” (con la excepción de uno de ellos que se acepta jaguar).
Más allá de que los conozco a todos y que a algunos
puedo considerarlos amigos (a cada uno le he leído uno que otro texto que
considero bastante malo), éste es un muy buen libro. Al terminar de leerlo uno
queda con la certeza de que se trata de escritores en plena cima, y que el
género del cuento en la región Caribe colombiana está musculoso.
El
coloquio de los ventiladores, de Adolfo Ariza (¿es filosófico o
sarcástico-socarrón?), Padre no había
enviado manzanas (el viejo dolor personal plasmado en lo mejor de la obra de
José Luis Garcés, ahora asentado sobre el dolor del país), Tríptico de la decrepitud, de Raymundo Gomezcásseres (ya no es el
cáncer metastásico que tanto me golpeó en su primera novela, sino el
desmoronamiento de unas vidas, de una sociedad, atacada por el Alzaihmer: la incomprensión,
el abandono, la incomunicación, el nadaimportanadismo), Todo el que anda de noche, de Clinton Ramírez (un viejo Cormorán
que recuerda a Conrad o quizá al Gaviero, perdido en el hedonismo a falta de
otro faro para apuntar a puerto alguno) e Historia
del bufón llamado Don José Domínguez de Alamar, de Guillermo Tedio
(tremendo tratado de la ruindad humana), son cuentos que, si uno se dejara
llevar por el optimismo, diría que tendrán trascendencia, que representarán un
hito en la literatura de nuestra región.
Pero como estoy de acuerdo con lo que dijo
Manuel Mejía Vallejo en su Taller de Escritores de la Biblioteca Pública Piloto
de Medellín: “Si en Colombia ahora saliera por primera vez la Ilíada, nadie
diría nada, pasaría desapercibida”, sólo pretendo hacer constar que leí este
libro y que me gustó mucho.
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