Un comentario sobre mi primer libro

[Rescaté hace poco este comentario, creo que el primero sobre mi obra, publicado]

Por Oscar Castro García


GRACIAN PETRO, Naudín. Los muertos valen lo que pesan sus re­cuerdos. Cuentos. Medellín: Gra­dan Hnos., 1991. 118p.
Son diez cuentos con presentación de José Luis/González y epílogo del autor, este primer libro de Naudín. Estu­diante de Idiomas en la Universidad de Antioquia, Naudín ya ha obtenido menciones y premios en concursos nacionales de cuento. Se siente en su libro la vena narrativa de los escritores de la Costa Atlántica, aunque Montelíbano no sea precisamente costero, pero sí Maicao, donde ha vivido con pasión y con intensi­dad, según nos lo revelan sus cuentos. Sin adentrarme en muchos detalles que no es del caso señalar en un escritor no­vel —aunque ya se ha sometido durante varios años a los rigores u oportunidades del Taller Literario de Manuel Mejía Vallejo en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín—, no puedo callarme en cuanto a ciertos deslices verbales, en los que el autor aparece y quiere decirle al lector ahí va una frase literaria o se presenta una imagen, he aquí una figura... Esto no le quita méritos a los logros narrativos de Naudín, aunque debió eliminar de su libro el cuento "Iván Darío se casó" por cierta falsedad y predeterminado simbo­lismo que él mismo no debe aceptar sin alguna sospecha. De alguna forma, el erotismo y la violencia, de la mano como siempre, pero sin relación alguna entre sí, es lo que aparece en casi todos los otros cuentos. La historia más reciente de este país vuelve a invadir las páginas de la literatura. La historia aún no escrita, que a casi todos se les escapa por su violen­cia, por su desgracia y por la vergüenza que debe causarle a un historiador oficial al consignarla. A medida que avanzo en la lectura de estos cuentos, voy notando un cambio en el estilo y en las mañas del narrador. Cada vez se va entregando más a lo que narra y menos a sus virtudes o cualidades —que debe tener— como na­rrador; en la medida en que se olvida más de sí mismo, mejor le van surgiendo esas historias, esas crónicas, esos mundos es­cabrosos y sensuales.
Dice el presentador del libro: "En es­tos textos se conjugan la algarabía y la tristeza de la carne con la amargura de la historia reciente. Allí están el placer del sexo y el trauma de la muerte". Y más adelante: "...Naudín crea su pueblo fan­tástico, que él le da el nombre humilde de Las Tablitas, y en él sitúa los ardores del sexo adolescente o la violencia explí­cita. Amor y muerte. Todo y nada. El Universo en pocas calles".
El cuento que da título a su libro, termina diciendo:
"Marzo veintiocho de mil novecientos ochenta y siete. Hoy, diez años después, amanecí lleva­do de la malparidez y por eso estoy es­cribiendo esta historia mientras tomo con aquella muchachita que me abrió las puertas del pecado con sus senitos duros y con su valle entrepelado, pues resulta que, entre otras cosas, ella me ganó en la lucha por la existencia: lo­gró hacerse puta profesional. En cada trago brindaré con ella por esa era her­mosa pero que nunca debió ser, por esa novela que soñé crear pero que jamás nació, por ese amigo que debió morir acosado por el tiempo, por todos los muertos y por todos los vivos porque esa es otra manera de estar muertos; y brindaré en honor de ese frustrado es­critor de frustraciones y a mi éxito co­mo borracho pernicioso que le amarga la vida hasta a los lectores más distan­tes y enfermizos que leen cuanta basu­ra se les atraviesa. Y más tarde, borra­cho, hablaré paja, me sentiré pleno, singular y sostenido por las alas de la estupidez, lejos y libre de esta tragedia múltiple a la que aún muchos se empe­ñan en llamarla vida".

Revista Lingüística y literatura de la Universidad de Antioquia. Año 12, Nos. 19/20 Enero-Diciembre de 1991.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More