Sobre la nueva novela de Naudín Gracián BEQUEÑAS BESTIAS


El domingo 17 de abril de 2011, en El Meridiano Cultural, salió el siguiente artículo del escritor, crítico y docente universitario Guillermo Tedio:

Pequeñas bestias es una nouvelle o novela corta en la que el lector queda atrapado desde las primeras líneas, aún a sabiendas de que la historia que se le está contando es la invención de un escritor que hace parte de un grupo de turistas en una excursión a unas grutas ubicadas en un antiguo territorio indígena. El escritor ha ido allí, por segunda vez, con el fin de recoger información sobre el espacio en que ubicará a los personajes de una novela que está escribiendo. Así, mientras espera el turno de entrada, el escritor imagina una serie de hechos que ocurren a los miembros del grupo antecesor de visitantes, quienes han quedado atrapados en las cavernas por un deslizamiento de tierra.
Y aún con la certeza de que los hechos contados están siendo imaginados por el escritor, no se reduce la "suspensión de la incredulidad", de que hablaba Coleridge. El lector se hace prisionero de la trama que a cada tanto va recibiendo nuevos impulsos con las acciones y el carácter de los extraños personajes creados por el escritor, quien, a veces, hace comentarios o da explicaciones sobre la verosimilitud o la pertinencia de sus figuras de ficción. Por ejemplo, del cínico y cobarde Gilberto, comenta: "Miro en derredor, pues, por absurdo que parezca, temo que alguien pueda vislumbrar a semejante personaje que me ha nacido en la cabeza. Hasta me da un poquito de escalofrío y aun de vergüenza." (92) Incluso, a veces parece burlarse de su propia invención: "Aquí se me ocurre corromper incluso la realidad, inventando que algunos se han accidentado. Con esta idea podría agregar aventura, emoción y unas cuantas páginas que harían más caro el libro si llegara a publicarlo y, lo que es más difícil, venderlo." (104)

Guillermo Tedio
Como lo han hecho otros escritores —Camus, por ejemplo, en La peste o Poe en "La máscara de la muerte roja"—, Gracián, un legítimo maestro del suspenso, lleva a los personajes a una situación extrema, a un estado de límite donde se impone el instinto de la sobrevivencia y el encuentro con la bestia que llevamos dentro. Pero los hechos non sanctos, de realismo sucio, que el personaje escritor imagina ejecutados por sus personajes no se dan por gratuidad o por mera satisfacción de los sentidos sino que sus autores siempre exponen una especie de metafísica o filosofía de la perversión o de la sensualidad, casi como en las aporías del Marqués de Sade.
El final de esta historia de Pequeñas bestias enmienda la plana a toda la imaginería del personaje escritor, proponiendo un giro de tuerca que, como en Borges, nos lleva a pensar seriamente en la idea de que a veces la realidad imita a la ficción.


En la misma página salió este pequeño comentario de Jhon Jairo Junieles:

Naudín Gracián es de los autores que hacen de la defensa de su intimidad un estilo. Eso le permite ejercer un sacerdocio estético que le hace posible concebir libros como Pequeñas bestias. Hay que hacer un hueco permanente para esta novela en nuestra biblioteca.
J. J. Junieles
  Su clima nos recuerda al Jardín de las delicias: ángeles con cuernos y diablos con pequeños muñones en la espalda, con alas que dejaron de crecer por extrañas razones. Leemos como bajando por una escalera en espiral, a cada paso nos topamos con ese bestiario del que también hacemos parte. No sabes qué ocurrirá al final del libro, tampoco qué va a pasar contigo cuando dejes de leerlo.

John Jairo Junieles
Escritor y periodista-Premio Nacional de Literatura Ciudad de Bogotá

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