Próximos lanzamientos de la novela "Pequeñas bestias"

La novela Pequeñas bestias sigue moviéndose a nivel nacional gracias al interés y apoyo de amantes de los libros.

Es así como, gracias al Taller de creación literaria Palabras Mayores, dirigido por el reconocido escritor y editor Luis Fernando Macías, el próximo martes 07 de junio se hará la presentación de esta novela en la ciudad de Medellín, en el Auditorio Coomeva ubicado en la Carrera 66B con calle 32B, a un lado del Éxito del antiguo Cafetero, a las 5:00 p.m.

Luego, gracias al interés y gestión de la Fundación de Escritores Meira Delmar, dirigida por la escritora Nurys Ruiz, el miércoles 08 de junio será presentada en Barranquilla en el Salón Múltiple del Teatro Amira de la Rosa a las 6:00 de la tarde.

A la siguiente semana, el martes 14 de junio, gracias al apoyo y organización de Famec Editores, con la dirección del distinguido escritor y directivo empresarial William Ramón Fadul, tendrá lugar un lanzamiento en Bogotá, en el CLUB DE BANQUEROS, ubicado en la calle 72 No. 7-64 Piso 13, a las 7:00 p.m.

La entrada del público a estos eventos será libre.

Por ofrecimiento de amigos y organizaciones literarias, pronto se realizarán los lanzamientos en Sincelejo, Caucasia, Lorica, Cartagena y La Guajira. Cuando se ajusten las fechas y horas se darán a conocer en este blog.

Comentario sobre Pequeñas bestias en El Universal

En la edición de el Dominical de El universal de Cartagena, el 22 de mayo de 2011 salió el siguiente comentario en la sección Libros recomendados:

Pequeñas bestias. Naudín Gracián Petro. Editorial El Túnel. Obra galardonada en el Premio Nacional de Novela Manuel Zapata Olivella 2010. Estamos ante un narrador de lo insondable del ser humano, de las metamorfosis interiores en situaciones extremas. Nacido en Montelíbano, Córdoba, 1967, Naudín Gracián,  autor además de “La Propiedad”, “Un amor para el olvido”, sorprende a sus lectores por la diafanidad de su ritmo narrativo que nos lleva a lo inesperado. Excelente novela.

Pequeñas bestias o la asfixia como recurso literario

Roberto Núñez Pérez
Por Roberto Núñez Pérez

Naudín Gracián, escritor nacido en Montelíbano, Córdoba, nos sumerge (o arroja intempestivamente) en  una serie de cuevas en las cuales el lector, entre la ficción y lo real dentro de la ficción, descubre cómo aquellos turistas en apariencia apacibles se despojan de sus máscaras y demuestran cuán miserable puede llegar a ser  una persona.  Porque en Pequeñas bestias no hay salida frente al monstruo que llevamos dentro. Por lo menos el detestable Javert, enemigo acérrimo de Jean Valjean en Los miserables, decide suicidarse al tener que reconocer, muy a su pesar, que su enemigo es bondadoso.
Un grupo de turistas ha quedado atrapado en su recorrido por las grutas que visita. Desde el comienzo el personaje principal, Gilberto, va desplegando sus miserias hasta encontrarse con el monstruo que es. Pero no sólo Gilberto (¿se llamará así?). Cada uno carga sus miedos, prejuicios,  rencores y frustraciones. El narrador observa cuidadosamente a cada una de las personas que lo rodean, les pone pensamientos y sentimientos. Este es precisamente uno de los aspectos más interesantes de la novela. En Pequeñas bestias todo es real y ficticio a la vez.  El narrador cuenta lo “real” al mismo tiempo que despliega sus ficciones. Incluso, se plantea hipótesis para luego rechazarlas

LOS CANTOS DE MACÍAS

Luis Fernando Macías
Los Cantos de Isabel no son para cantar. Predomina en ellos un ritmo suave de coloquio íntimo, a veces de soliloquio personal, a veces de consejos paternales. Quien los lea de un tirón, saldrá a la otra orilla, tal vez desconcertado, pero completamente ileso. Porque Los Cantos de Isabel de Luis Fernando Macías es un libro para rumiar, para conversarlo, aunque sea con uno mismo; su lector debe ser como el lustrabotas que primero tiene enfrente un elemento oscuro y opaco, pero que a medida que más vuelve el pulso sobre él, más brillo va sacando, hasta que al fin se ve clara y completamente reflejado en él.

En este libro, Luis Fernando es un buceador profundo y con acierto, de su propia intimidad, del amor, del dolor y la ternura, de la duda existencialista, de la amistad y hasta la ciudad con sus crueldades aparece en el poema Los buceadores de la muerte. Impresionan en este libro, además del ya mencionado, los poemas Poetas del Olvido, por la dicotomía entre humildad, resignación y lucha que refleja; Fuga, por su gran musicalidad y el dolor de ser que exhala; los poemas a Manuel Mejía Vallejo y a Raúl Gómez Jattin (El maestro de literatura e Hijo del tiempo, respectivamente); Para qué cantan los hombres, Ya no soy, Qué saben los poetas, El tiempo de los árboles. Estos y otros son poemas que gritan al mundo, con su tono suave y palabras íntimas, que Luis Fernando Macías es un poeta sesudo, aunque su voz es humilde y aunque incluso dude de su oficio de poeta.

Si bien no son para cantar, estos poemas son una fiesta de la palabra para el lector rumiante que proponía Estanislao Zuleta. De todas maneras, queda el interrogante de por qué son de Isabel estos cantos de Macías.

Lanzamiento en Cereté, Córdoba

El viernes 20 de mayo de 2011 se llevó a cabo en Cereté, Córdoba, el lanzamiento de la novela "Pequeñas bestias" de Naudín Gracián en el Centro Cultural Raúl Gómez Jattin. Con este evento se completan ya tres lanzamientos de esta obra en el departamento.
El acto, que fue organizado por el Taller literario Raúl Gómez Jattin, de Cereté, estuvo dirigido por la señora Lena Reza, directora del Centro Cultural , quien también es organizadora del encuentro internacional de mujeres poetas de dicho municipio. En el acto se contó con la participación del maestro decimero Ricardo Madera, del acordeonero José David Martínez y de la poeta Irina Henríquez, quien presentó la obra al públio asistente. Además se hizo una reseña del taller literario Raúl Gómez Jattin y se presentó su blog Letra Ciega.
Al final del evento, el escritor firmó libros y respondió inquietudes sobre la novela.
Próximamente, se llevará a cabo un lanzamiento en Medellín, otro Sincelejo y otro en Bogotá.

Se realizó en Montería el lanzamiento de la novela "Pequeñas bestias"

Asistentes al lanzamiento
Mesa principal: Irina Henríquez,
Naudín Gracián
 y Carlos Marín

El miercoles 18 de mayo de 2011 se realizó en el área cultural del Banco de la República, de Montería, el lanzamiento de la novela "Pequeñas bestias, de Naudín Gracián. En el evento hubo muchas sorpresas: como la presentación del decimero Ricardo Madera, quien cantó algunas decimas alusivas a la obra; y la intervención del músico Góver German, que interpretó 2 hermosas piezas musicales.
El auditorio del área cultural del Banco se llenó por completo y los asistentes participaron con preguntas al autor y comentarios acerca de la novela.

Registro del lanzamiento de "Pequeñas bestias" en El Meridiano de Córdoba

Tomado de El Meridiano
El Meridiano de Córdoba, en su edición del miercoles 18 de mayo de 2011, registró el lanzamiento de la novela "Pequeñas bestias", del escritor colombiano Naudín Gracián.

Naudín Lanza libro
La novela Pequeñas bestias, del escritor cordobés Naudín Gracián (foto), será lanzada hoy en el Área cultural del Banco de la República de Montería, a las 4:45 PM. El libro ha sido editado por tres sellos: El Túnel, de Colombia, Emooby, de Portugal y Dunken, de Argenntina. Gracián, nacido en Montelíbano, es frecuente colaborador de El Meridiano cultural.

Lanzamiento de la novela Pequeñas bestias en Montería y Cereté


Carátula de la edición de
Editorial El Túnel

Los próximos días se realizará el lanzamiento de la novela Pequeñas bestias en Montería y en Cereté. El evento de Montería será el miércoles 18 de mayo en el Área Cultural del Banco de la República, a las cinco de la tarde. El de Cereté será el viernes 20 del mismo mes en el auditorio del Centro Cultural Raúl Gómez Jattin (Casa de la Cultura de Cereté), a las 6:30 de la tarde.

Recordemos que esta novela obtuvo el tercer premio en el Concurso Nacional de Novela Manuel Zapata Olivella 2010 en Lorica, fue publicada por Editorial Emooby de Portugal en edición digital, y en libro físico por Editorial Dunken de Argentina y por Editorial El Túnel, con la cual ya lleva dos ediciones.

Algunas opiniones de críticos y escritores sobre esta novela son:

Naudín Gracián es de los autores que hacen de la defensa de su intimidad un estilo. Eso le permite ejercer un sacerdocio estético que le hace posible concebir libros como Pequeñas bestias. Hay que hacer un hueco permanente para esta novela en nuestra biblioteca.  Su clima nos recuerda al Jardín de las delicias: ángeles con cuernos y diablos con pequeños muñones en la espalda, con alas que dejaron de crecer por extrañas razones. Leemos como bajando por una escalera en espiral, a cada paso nos topamos con ese bestiario del que también hacemos parte. No sabes qué ocurrirá al final del libro, tampoco qué va a pasar contigo cuando dejes de leerlo.

John Jairo Junieles
Escritor y periodista-Premio Nacional de Literatura Ciudad de Bogotá


Carátula de la edición de
Editorial Dunken


…ese narrador va cogiendo una fuerza impresionante a lo largo del relato, al punto de volverse un personaje importantísimo. Todo el tiempo está diciendo que lo que relata son mentiras, pero las construye de una manera asombrosa.
Me han gustado los descansos en la caverna y los diálogos que se dan por parejas, escalonadamente. Cada uno contando sus miedos y sus esperanzas y sus angustias y cuanta cosa.

Cristian Valencia
Escritor


Precisamente porque nos muestra lo que somos y podríamos ser, la literatura es el discurso que mejor nos permite comprendernos en nuestra complejidad. El catolicismo de Gilberto no es más que un abrigo que le han colocado. Sus dudas acerca de su posible homosexualidad, su cobardía y su amor por una niña, lo convierten en un ser inescrupuloso, capaz de asesinar a quien sea con tal de salirse con la suya. Por su parte, Jaidith se regocija en su propia belleza hasta que alguien (supuestamente) se suicida por ella. Maritza, quien sorprende a Juan de Dios con su discurso, se refugia en el sexo para, en medio del fango, ser feliz por lo menos con el cuerpo.
¿Somos pequeñas bestias? Se preguntará el lector. Claro que lo somos. Pero no tengo la menor dudad de que escribir y leer  textos como el que nos presenta Naudín Gracián, nos purifica. Nada más que eso hace la literatura.

Roberto Núñez Pérez
Escritor

Carátula de la edición de
Editorial Emooby

Como lo han hecho otros escritores —Camus, por ejemplo, en La peste o Poe en "La máscara de la muerte roja"—, Gracián, un legítimo maestro del suspenso, lleva a los personajes a una situación extrema, a un estado de límite donde se impone el instinto de la sobrevivencia y el encuentro con la bestia que llevamos dentro. Pero los hechos non sanctos, de realismo sucio, que el personaje escritor imagina ejecutados por sus personajes no se dan por gratuidad o por mera satisfacción de los sentidos sino que sus autores siempre exponen una especie de metafísica o filosofía de la perversión o de la sensualidad, casi como en las aporías del Marqués de Sade.

Guillermo Tedio
Escritor, docente universitario, crítico literario y conferencista.

Pequeñas Bestias

Un grupo de turistas es atrapado dentro de una cueva. Ante las altas probabilidades de no salir con vida, algunos desatan su lado oscuro y deciden hacer lo que nunca se han atrevido, o cuentan lo incontable.
Novela corta intensa que reflexiona profundamente sobre la condición humana y atrapa desde la primera página hasta un final inesperado y cuestionador del papel del héroe. Sin duda te impresionará.

Un capítulo:        

Encuentran que son solo nueve: dos guías, dos muchachas, la señora enferma, Gilberto, un adolescente de escasos quince años y los dos jóvenes que lograron subir en el momento crítico, gracias a su agilidad y fuerza. Gilberto siente un fresco en el alma al darse cuenta de que el topo con el que discutió sobre el origen de esas cuevas, no se salvó.

Los hombres se quitan las camisas y las amarran entre sí para hacer una cuerda. Agarrado de ella, baja el guía Jacinto al bloque de tierra del que subieron antes del deslizamiento. Está peligrosamente ladeado, pero resiste los fuertes golpes que le da con el pie. Luego se suelta de la cuerda de camisas que sostienen dos jóvenes arriba y empieza la difícil maniobra de bajar a la señora.

Movilizar a una mujer de unos setenta kilos en un espacio en el que ni siquiera es posible erguirse totalmente, es una tarea mucho más complicada que mover otra clase de carga del mismo peso, porque hay que tratarla de manera tal que se maltrate lo menos posible. Los dos jóvenes la toman por los pies y el guía Juan de Dios con el muchacho por debajo de los hombros. La arriman al borde del barranco mientras Gilberto se asegura de no ser notado entre las muchachas, lo más lejos posible de caer si hay un derrumbe.

Descuelgan a la señora. Jacinto la sostiene por las piernas mientras Juan de Dios y el jovencito, arriba, se aseguran de no dejarla caer al precipicio. Como Jacinto necesita a alguien que le ayude abajo, deciden que uno de los otros dos muchachos baje. La señora trata de ayudar, pero sus fuerzas son mínimas, lo que la expone a un mayor maltrato de las manos que la sostienen. Jacinto tiene los pies en una orilla que ha calculado firme y las manos en el barranco, con la mirada hacia la oscuridad que se tragó a los otros turistas, de modo que la señora prácticamente descansa sobre sus omoplatos. El joven que intenta bajar decide no saltar por desconfianza a la firmeza del terraplén donde está parado Jacinto, así que trata de hacerlo con cuidado, sostenido por el otro muchacho.

De pronto siente que la tierra se le escurre de los pies, pega un grito de alerta y salta tratando de aferrarse al borde del barranco sin soltar la mano que lo sostiene. Ahora, ambos jóvenes luchan por no dejarse arrastrar por la gravedad. Juan de Dios y el muchacho batallan por no dejar caer a la señora que bajó peligrosamente al perder el apoyo de Jacinto, quien se ha quitado para buscar de qué sujetarse. Una de las muchachas vuelve a llorar a gritos, como si fuera ella la que estuviera colgando en el vacío. Gilberto torna a acurrucarse y a ponerse el brazo sobre la cabeza como si esperase que el techo le cayera encima. Con las venas a punto de explotar y los dientes apretados por el esfuerzo, Juan de Dios mira a Gilberto y le dice lo más claro que puede, sin perder el aire que le tiempla la garganta: “Deje de ser cobarde y ayude, o lo destriparé con mis propias manos”.

Gilberto se quita el brazo del rostro, se incorpora y se acerca, temblando. Reflexiona que, si se caen, lo podrán arrastrar con ellos, y si se salvan, lo pueden golpear. Piensa entonces empujarlos, pero comprende que eso sería otra forma de suicidio, pues sin un guía no podrá salir nunca de allí.

—Suéltenla. Al fin y al cabo no creo que esa señora pueda salir viva de aquí —les indica con toda la carga de su egoísmo.
—Yo no soy un asesino. Ayude a los muchachos para que después colaboren acá.
—Él tiene razón, déjenme caer y sálvense ustedes —gime la señora, enceguecida por la desesperanza.
—Aquí nadie más va a morir. ¡Ayude, cobarde sinvergüenza!

Gilberto estudia rápidamente cómo colaborar sin acercarse al borde del barranco. En este instante la desesperación hace que el joven que cuelga haga un movimiento brusco tratando de subir de una vez por todas, se resbala del apoyo de los pies, descuida la mano que lo sostiene y cae lacerándose los brazos y piernas con las paredes al tratar de agarrarse. Estrella todo su peso contra el terraplén donde está Jacinto, con lo cual se quiebra la débil resistencia de la tierra, y no hay tiempo de nada. Tratan de sujetarse de los lados pero se precipitan sin remedio con un grito de espanto que retumba en la gruta. Los que están arriba no ven la caída porque simplemente la negrura de aquel pozo infernal los desapareció. No tienen tiempo ni de espantarse, pues la señora se les va de las manos. Juan de Dios vuelve a increpar a Gilberto, que está paralizado de horror. Manteniéndose lo más lejos que puede del borde del barranco, Gilberto no agarra a la señora sino a Juan de Dios por la cintura, afianza los pies en el suelo y hala ayudado por su propio peso, presto a soltar ante el más leve indicio de que los vence la gravedad.

El guía prácticamente cae encima suyo cuando las nalgas de la señora superan el borde del barranco. El muchacho que soltó al otro llora con unos espasmos casi epilépticos, en un acceso de pavor por haber estado tan cerca de la muerte. Maritza lo abraza y le recuesta la cabeza entre sus pechos, con lo que el joven hace un esfuerzo para calmarse, pero sigue dando unos quejidos lastimeros.



Novela
Dimensiones: 14 x 21,5 cm.
Editorial Emooby de Portugal, edición digital
Editorial Dunken de Argentina
Editorial El Túnel de Colombia 2011
130 páginas
 
Compra este libro en físico en:
Montería:
  • Librería Magisterio. Cra 5 N° 26-52
  • Librería Suramericana de Córdoba. Calle 29 N° 7-37
Montelíbano:
  • Papelería El Cerro. Calle 16 con Avenida de los estudiantes.


Compra este libro en e-book en:


Taller de creación literaria en Canalete


El 26 de abril, en el marco de la celebración del Día del Idioma en el colegio San José de Canalete, se llevaron a cabo dos talleres de creación literaria: uno con los estudiantes de la sección de bachillerato, y otro con los docentes de Lengua Castellana de todo el municipio. Ambos fueron dirigidos por el docente, escritor y tallerista Naudín Gracián, quien viajó desde Montería contratado por la directiva de la institución.

En ambos talleres se desarrollaron ejercicios con la palabra escrita con el fin de que los participantes adquirieran técnicas y habilidades en la concepción, armada y redacción de algunas clases de texto.

Fue una jornada entretenida y enriquecedora a pesar de que la lluvia entorpeció un poco la llegada a tiempo de los docentes de las veredas.

Lanzamiento de la novela “Pequeñas bestias” en Montelíbano

Mesa principal

El jueves 14 de abril se llevó a cabo el lanzamiento de la novela pequeñas bestias en Montelíbano, Córdoba, Colombia. El evento se realizó en el auditorio del Sindicato de los trabajadores de Cerro Matoso. En el acto participaron el decimero Ricardo Olea, quien interpretó unas décimas construidas a partir de la novela, el periodista Donaldo Pacheco, el historiador Julio Eliécer Mendoza y el profesor Luis Mogollón, quienes hicieron sendas intervenciones sobre la obra.

Para la realización de este evento se hizo una preventa de la obra en la que se distribuyeron alrededor de 400 ejemplares de la misma, lo cual se constituye en un verdadero éxito en la localidad.

El próximo lanzamiento de esta importante novela es el 18 de mayo en el auditorio cultural del Banco de la República de Montería, y el 20 del mismo mes en el Centro Cultural Raúl Gómez Jattin de Cereté.

Esta novela estará presente en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, Argentina, declarada este año como Capital Mundial del Libro. Para ello ha sido publicada por la Editorial Dunken de Argentina. También se puede adquirir a través de múltiples páginas de la web bajo el sello de la editorial portuguesa Emooby.

Con Nora Liz Oviedo

Con Diana D'ruggiero

Intervención del decimero Ricardo Olea


TELEMONTELIBANO

Las razones de Teresa


Claudia, una mujer con una sexualidad agredida cuando niña y reprimida por la moral cuando adulta, decide un día echar por la borda todo y buscarse a sí misma. En capítulos cortos narrados desde diferentes focalizadores, esta novela explora la feminidad y señala taras sociales frente a las relaciones familiares. Fue escrita en un experimento extraño en la literatura: cuatro estudiantes de bachillerato coordinados por el escritor Naudín Gracián, la amalgamaron durante un año,  con un resultado que sorprendió a sus mismos autores, a muchos lectores y a diversos escritores que la han comentado.

Capítulo:

Ahora eran las dos de la madrugada y Claudia no lograba conciliar el sueño. Estaba nerviosa. Recostada en el sofá, creyó escuchar el crujido de una puerta. Rápidamente, volteó la mirada y vio el rectángulo de madera alejado del marco. Adentro, sólo había oscuridad. A Claudia le pareció ver una sombra que sobresalía en la penumbra de la habitación. Se esforzó por mantener la calma y sostuvo la mirada durante unos segundos. Impávida, esperó alguna reacción, pero no percibió ningún otro movimiento.

Cuando apagó el televisor, Claudia se encontraba en su habitación con la lámpara de mesa encendida. Escuchó crujidos de madera en la cocina. Presionó un interruptor y la habitación se iluminó. Apagó la pequeña lámpara sin despegar la mirada de la puerta. Se levantó, presa del pánico, y se dirigió a la sala. Encendió la luz para darle más claridad a la casa. Entró a la cocina. Observó la nevera, la estufa y el largo rectángulo de cemento donde reposaba un plato y una cuchara sucia de la última comida. Notó que todo estaba en orden. Se preguntó el motivo del ruido, y entonces tuvo un ataque de angustia y desespero. Rápidamente, abrió una gaveta de la alacena y comprobó lo que temía: el cuchillo de cacha negra que había comprado la semana anterior, no estaba en su puesto. Desesperada, Claudia corrió hacia la sala. Descolgó el teléfono. Escuchó el tono. Buscó en su mente un nombre conocido y confiable con el que no sintiera vergüenza al confesarle el motivo de su llamada. Sólo encontró el de su esposo. Colgó. Impaciente, se recostó en el sofá. Tenía sueño, sin embargo el pánico era superior. Trató de pensar en otra cosa. Entonces recordó a Gerardo, su primer novio. Sus padres nunca lo aceptaron. Se acordó de la última vez que se escapó de la casa para encontrarse con él. Gerardo le había mandado un papelito informándole que al otro día se iba para la ciudad a estudiar. También le puso una cita en un lugar secreto. Al final de la carta, le decía que la amaba y que, si ella también sentía lo mismo, no faltara a la cita.

—Pensé que no vendrías.

—Sabes que te quiero y que haría cualquier cosa con tal de estar contigo.

—Sí, pero si tus padres se enteran…

Claudia le tapó la boca.

—No se van a enterar.

—Te amo.

—Yo también te amo. No te vayas.

Le acarició el rostro con ansiedad. La besó.

—¿Eres mía? —le preguntó mientras bajaba las manos por sus senos.

—Soy tuya, tú sabes que soy tuya.

—Déjame estar completamente seguro de que eres mía. Quiero tenerte hoy para no olvidarte nunca. Para ser el primer hombre en tu vida. Para saber que eres sólo mía y de nadie más.

—Me da miedo.

—No tengas miedo.

Le levantó el vestido hasta las caderas. Claudia­ estaba temblando. Tenía vergüenza, pero no dijo nada. Gerardo le bajó la tanga. La besó en el sexo de niña que apenas comienza a hacerse mujer.

—No. No hagas eso —dijo Claudia, que no sabía si la sensación que experimentaba era de desconcierto o de placer, o las dos cosas juntas.

Gerardo se desvistió y se apretó contra Claudia.­

—No puedo, amor —dijo mientras lo empujaba con las palmas de las manos, suavemente pero con decisión.

—Sí puedes.

—No puedo. Sabes que te amo y que soy tuya, pero no puedo.

—¿Por qué?

—No puedo —volvió a decir Claudia. Se subió el interior rápidamente. Corrió hacia su casa.

—¡Claudia! —gritó Gerardo. Pero ella no lo miró. Iba llorando.


Novela corta
Autoría colectiva: Calixto Acosta, Marisol Correa , Naudín Gracián, José Martínez, Alberto Vélez
Dimensiones: 14 x 21,5 cm.
Ediciones Arte & Cultura
Medellín 2003, 2 ediciones
76 páginas

Consejos para narradores

Planifica tu libro. Escribir un libro es como construir un edificio: antes de empezar a escribir asegúrate de tener un plano. Piensa bien que quieres contar, cómo vas a organizar la información en capítulos, cómo vas a terminarlo.

No te dejes vencer por la página en blanco. No olvides que todo lo que escribas puede ser después corregido, re-escrito o incluso borrado, así que, simplemente, escribe. Sin prisa, sin presiones, pero con constancia. Recuerda que no se trata de escribir una obra maestra, solo de terminar tu libro.

Lee. La lectura es el oxígeno del escritor, te inspirará y te motivará. Si estás escribiendo una novela o un poemario, lee novelas y poemas. Si estás escribiendo un libro de no ficción –un ensayo, un libro de auto-ayuda, un recetario... – lee libros parecidos. Leer es el calentamiento de la escritura.

Imponte un horario fijo de escritura. Puede ser dos horas cada tarde, las mañanas del fin de semana, o tres horas el jueves por la noche... No importa. Lo esencial que, una vez decidas tu horario de escritura semanal, lo respetes. Solo alcanzarás la cima de la montaña si caminas aunque sea poco a poco.

Ten siempre a mano un diccionario. Es la herramienta básica del escritor, tanto para escribir una novela como un libro de no-ficción; en especial el Diccionario de Sinónimos y Antónimos. Te ayudará a expresarte mejor y a no repetirte. Si escribes ficción (novelas, relatos, poesía...) te será también muy útil un Diccionario Ideológico.

Busca tu propia voz. No intentes escribir de forma complicada, con frases largas o con un lenguaje complejo. Sé tú mismo/a. Ten en cuenta que el primer propósito del lenguaje es transmitir ideas, por lo que la claridad y la sencillez pueden ser nuestros mejores aliados, especialmente si estás escribiendo tu primer libro. Imagina a tu futuro lector como a un amigo, no como a un juez.

Documéntate a cada paso. Necesitas la precisión, la concreción y la exactitud para que tu libro sea interesante. Esto es así para cualquier tipo de escrito: si eres novelista y tu personaje viaja a Londres busca nombres de calles o lugares concretos de la ciudad. Si habla con un antropólogo, busca los términos que éstos utilizan para expresarse. Y si escribes un libro de no-ficción reunir datos es un paso esencial para que éste resulte útil a tus lectores.

Busca opiniones externas. Pásale tu libro a amigos, a conocidos o –mejor aún– a personas que creas que reúnen las características de tus futuros lectores. Pídeles su opinión de forma muy concreta: qué les ha gustado más de tu libro y qué menos; si en algún momento se han aburrido o si hay algo que no se entiende bien. No te pongas a la defensiva ni intentes convencerles de que tu libro es muy bueno: acepta sus opiniones y tómalas en cuenta a la hora de revisar.

Revisa lo escrito. Relee lo que vayas escribiendo y ve haciendo los cambios que creas oportunos. Cuando termines el libro, déjalo reposar unos días y después vuelve a leerlo con nuevos ojos. No temas reorganizar los capítulos, alterar frases o expresiones o incluso recortar trozos enteros. Las palabras son tu material de trabajo, moldéalas como necesites.

No olvides que a escribir se aprende escribiendo. Nadie nace escritor. El primer libro siempre cuesta más y puede que el resultado no nos satisfaga al 100%... No importa, tómatelo como una práctica: el próximo saldrá mejor. Escribir es como cualquier otra actividad en la vida, cuanto más la practicamos, mejores son los resultados.

Autora: Diana Morales
Texto sacado de: http://www.portaldelescritor.es/

El ateismo de los Dioses


Alexander Prieto Osorno

Los dioses están hechos a imagen y semejanza de quienes los adoran. El dios de los perros, por ejemplo, es un perro fabuloso, más inteligente que todos los perros juntos, e incluso que todos los hombres. Tiene la facultad de estar en millones de lugares a la vez, dentro y fuera de cada perro que existe, y sus ladridos, silencios y jadeos poseen una sabiduría excepcional. El único ser que acaso puede acercársele es la diosa de las pulgas, o por lo menos eso es lo que creen las pulgas. Esta diosa es una pulga extraordinaria, entendida en materias pulgosas, humanas y divinas, y su cuerpo es tan brillante que enceguecería los diminutos ojos de las pulgas que la vieran. No hay hombre, perro o insecticida capaz de matarla. Sus patas fantásticas le permiten dar saltos de planeta en planeta y de galaxia en galaxia para acudir al llamado de los millones de razas de pulgas que habitan el cosmos, ya que, según estiman sus adoratrices, las pulgas son la especie dominante en el universo.

La diosa de las zanahorias es una zanahoria monumental, no tan gorda como las zanahorias del trópico ni tan flaca como las europeas. Tiene el color zanahoria más hermoso que cualquier zanahoria pueda imaginar y jamás podrá ser comida por ningún humano y aún menos por un conejo. Pero según la fe de los conejos, el gran dios conejo sí ha comido de esta zanahoria milagrosa y por eso tiene el don de vivir en el corazón de cada individuo de su especie y, al mismo tiempo, de llenar el espacio que rodea y da albergue a todos los conejos del mundo. Él es la totalidad. Cuando los conejos mueren van a unirse a su dios porque son parte de él; de allí salieron para vivir y sufrir, y allí regresarán.

El dios de los gatos tiene más vidas que todos los gatos juntos. De modo que estaba aquí mucho antes que fuese inventado el mundo y estará aquí mucho después de que este mundo se extinga. Pero el dios de los ríos es menos presuntuoso. Muy al contrario de los ríos terrenales, que marchan siempre con prisa desde su origen hacia el mar, siempre por el mismo lecho, siempre pareciéndose tanto a la vida de muchos millones de hombres, que nacen y corren y mueren; muy al contrario de ellos, el dios de los ríos tiene una calma perpetua. Sus aguas son cristalinas y quietas, y de ellas beben los dioses de todas las especies animales, vegetales y minerales ignoradas y conocidas.

Los dioses son los instrumentos a través de los cuales los adoradores cumplen sus sueños más intensos y profundos, los más pérfidos o sublimes. Con las maravillosas ubres de la diosa de las vacas podrían alimentarse los seres de su género por toda la eternidad y, sin embargo, la misión de ella es nutrir a diario y sin pausa los sueños, los pequeños y humildes sueños de las vacas. Los ojos del dios de los murciélagos pueden penetrar la roca y desnudar el alma breve de sus adoradores, y el aroma de la diosa de las amapolas es la causa por la cual todas las amapolas del mundo sonríen de día y de noche. El dios de los imaros es más nostálgico que un imaro solo mirando atardecer en invierno, y quizá por eso los imaros permanecen tan afligidos y lloran al atardecer, con un llanto callado y sin lágrimas.

La diosa de las yalitas es gigantesca comparada con las plantas que la adoran. Ella mide exactamente medio milímetro de alto, tiene hojas de una redondez perfecta y las semillas brotan por millones de sus ramas y viajan grandes distancias para germinar pronto, embellecer el mundo y darle de comer a los tulis, que sin estos frutos morirían de melancolía antes que de hambre.

Los tulis son animalitos peludos y tiernos, de ojos inmensos y boca pequeñísima y sonriente, que se pasan la vida embelesados con la belleza de las yalitas.

Al principio, la diosa yalita y el dios tuli tenían millones de fieles. Las yalitas se multiplicaban en cada rincón fértil de la tierra y, a su sombra y gracias a sus frutos, prosperaban y se reproducían los tulis. Pero ciertos cambios climáticos y ambientales, desatados por otros seres con otros dioses, causaron una devastación en las poblaciones de tulis y yalitas. Durante largas jornadas, cada tuli pidió a su dios ayuda para superar la tragedia y cada yalita hizo lo propio con su diosa. Y no se sabe si fue por el volumen minúsculo de los gritos de súplica o por el tamaño microscópico de los oídos de sus dioses, pero estas plegarias fueron inútiles. La extinción prosiguió, acabó con todos los tulis y yalitas de África, Europa, Asia, Australia y Norteamérica, y ahora sólo quedan un tuli y una yalita en el mundo.

Ambos viven sobre la capucha de la luz amarilla en un semáforo del centro de Bogotá. El polvo que se ha depositado allí tiene muy pocos nutrientes y la yalita ha crecido débil. Apenas sí tiene savia para darle la redondez perfecta a sus hojas. El tuli la mira encantado y pasa saliva. Espera, anhela, ruega un fruto.

La yalita no sabe qué hacer. En cuanto produce un retoño, el tuli se lo come con avidez y no ha permitido siquiera que las semillas se desarrollen por completo y vuelen con el viento para germinar en otro lugar. La yalita ama al tuli, con un amor genético que ha pasado de generación en generación, y entiende que él no quiere hacerle daño. El tuli tampoco desea lastimar a la yalita. Hace poco, cuando todavía trepidaba de vitalidad, recorrió todas las inmediaciones en busca de otras yalitas, pero no halló ninguna, y tuvo que regresar a ella, que era su única fuente de alimento. El tuli está famélico porque la yalita no le brinda suficientes frutos, pero no le queda otra salida. Si se aleja de la yalita moriría de melancolía antes que de hambre.

Los dos creen que sus dioses son poderosos, y una y otra vez han elevado sus rezos para que impidan la tragedia, para que todo vuelva a ser como antes, para que los dioses restauren en un relámpago el mundo feliz en que las yalitas crecían fuertes, alimentadas por la tierra buena y el amor de los tulis. A pesar del fervor de sus oraciones, los dioses no han hecho nada para aliviar la terrible situación de la yalita y el tuli, que han terminado por sospechar con desconsuelo que sus dioses son sordos.

Pero sus dioses sí los escuchan y se retuercen ahora entre la furia y la impotencia. La semana pasada, el dios tuli dio muestra de un egoísmo monstruoso al exigirle a su súbdito que devore a la yalita sin compasión, para garantizar la supervivencia de su especie, y la diosa yalita le ordenó a su adoratriz que no le brinde más frutos al tuli, que es el culpable de que la yalita no pueda multiplicarse. "Usa tus raíces para absorber lo peor de la contaminación de la ciudad, haz con esa inmundicia un fruto y dale de comer a ese mezquino tuli para que se envenene".

Pero ni la yalita ni el tuli les oyeron. El tuli ha continuado inmóvil, mirando a la yalita con más amor, con los ojos enormes y húmedos y el hocico extendido en un gesto de beso, y pasando más saliva para que ella se conduela de él y le ofrezca otra semilla. Aunque la yalita no quiere morir, es consciente de que se está muriendo. Hará un esfuerzo final en su languidez; recogerá la poca sabia cándida que aún le queda y producirá un fruto, el último y mejor, para perpetuar su estirpe. Ella espera que esta semilla vuele lejos y crezca en tierra generosa, para que el tuli que está bajo su sombra, vaya a alimentarse de la nueva planta. Sin embargo, al ver el rostro hambriento y nostálgico del tuli, la yalita duda mucho que la semilla tenga un destino distinto que las diminutas fauces de aquel tuli, a cuya sonrisa y embeleso ha crecido ella.

Pobres dioses. Han gritado y se han exasperado, y han fracaso miles de veces probando todas las fórmulas divinas que conocen para ser escuchados. Pero el tuli y la yalita siguen inertes, sólo rezando y esperando. Y esos dioses, que al comienzo mantuvieron su orgullo celestial y con el pasar de los días han sucumbido al infierno de las más bajas pasiones de los fanáticos, han acabado por creer que la yalita y el tuli son idiotas o sordos. No se han dado cuenta todavía que las voces de los dioses son inaudibles.

Jamás se ha visto a los dioses hincarse y humillarse ante sus devotos, como lo hacen ahora el dios de los tulis y la diosa de las yalitas. Oran sin descanso, sufren, lloran, imploran, se flagelan y ruegan que la yalita y el tuli hagan algo para sobrevivir a este desastre, o que un milagro impida la muerte de sus súbditos y, con ella, sobrevenga la propia extinción de su miserable y fugaz vida de dioses. Se sienten terriblemente desamparados y repudiados. Acusan a sus adoradores de ateos, de no prestarles atención, de no escuchar sus reclamos ni sus súplicas, los acusan de abandono. Los dioses no son nada si nadie los idolatra, y el tuli y la yalita ni siquiera se compadecen de ellos. ¿Quién se compadece de su dios o de un dios ajeno? La diosa yalita y el dios tuli se niegan a desaparecer y ni siquiera pueden pedir ayuda a otros dioses, porque ambos, al igual que todos los demás dioses, son ateos. Pobres dioses que han terminado por ser aún menos que pobres diablos; no creen que exista nada más omnipresente, omnisciente e impotente que ellos mismos.

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